Los clústeres como instrumentos de desarrollo productivo
Artículo publicado en Dimensión Económica
(Corporación para el Desarrollo Económico y Social de Risaralda - Copesa),
edición 19, septiembre de 2017, (pág. 12).
Hoy se reconoce que los clústeres hacen parte de
la realidad económica del territorio y contribuyen a su especialización por lo que se les considera renovadas
formas de comprender la geografía económica, de apuntarle a negocios
atractivos, rentables y de futuro, y de articular empresas e instituciones de
apoyo que hacen parte de un mismo negocio e interactúan en una cadena de valor.
Entendidos así, los clústeres no son
ocurrencias gubernamentales de corto plazo, son visiones compartidas de largo
aliento que tienen como propósito pasar de producir bienes y servicios de bajo
valor agregado en función de altos volúmenes y bajos precios, a producir productos de mayor complejidad en los que la calidad y el servicio
están presente en la mente del comprador. Es dejar de competir en los commodities
para hacerlo en los negocios del conocimiento, la innovación y la
diferenciación.
Pero para dar este salto cualitativo, es
necesaria una visión compartida
del negocio y de las tendencias y desafíos que enfrentan, perspectiva que hace que gobiernos,
universidades, instituciones y empresas se dediquen a lo que cada uno hace bien
y renuncien a lo que hacen mal. Este necesario entendimiento trae consigo
múltiples beneficios.
Pero la integración de empresas,
gobierno e instituciones precisa de modelos de gobernanza que posibiliten la distribución de poderes y la toma de decisiones para
fortalecer la competitividad de las empresas. La experiencia internacional
indica que es preferible que los clústeres sean liderados por empresarios para evitar
traumatismos con los cambios de gobierno. Es a las empresas, con ayuda de las
universidades, a las que les corresponde direccionar hacia dónde van los
clústeres y definir sus necesidades de apoyo, a los gobiernos les atañe el rol
de alimentadores y facilitadores de estos requerimientos, en el entendido que
la meta de los empresarios es la rentabilidad
y sostenibilidad del negocio y la de los gobiernos
el impulsar unidades productivas vigorosas que
generen bienestar social a través del empleo y la redistribución y aumento del ingreso.
De ahí que los clústeres se piensen como organizaciones funcionales conducentes a crear entornos favorables y unir capacidades para que las empresas innoven y mejoren de forma continua a fin de que satisfagan las expectativas de sus clientes, visión que sustituye el tradicional enfoque sectorial que tantas limitaciones presenta cuando de aplicar acciones concretas se trata.
Esto indica que
el objetivo fundamental es mejorar la competitividad de las empresas a través de proyectos en los
que la estrategia empresarial, la apropiación y uso de la innovación y la
internacionalización sean el foco. Pero para que esto se dé, es esencial que
exista una mentalidad empresarial proclive al cambio y a
la innovación
con nuevos modelos
de negocio basados en el conocimiento.
La realidad
muestra que en un territorio generalmente confluyen varios clústeres, por lo
que también se debe pensar en articularlos
a través de plataformas que les brinden apoyo con el fin de crear espacios
de intercambio de experiencias, ajustar la pertinencia de la formación de
talento humano y la investigación, formular proyectos conjuntos, identificar
negocios interclúster y hacer difusión y marketing territorial para atraer
inversiones y estimular emprendimientos.
Así que estamos
ante el desafío de incentivar la consolidación de clústeres teniendo claro que
estos no son gremios ni asociaciones ni sindicatos, son organizaciones orientadas a negocios y al desarrollo de estrategias para mejorar la competitividad
empresarial.
En suma, estas iniciativas favorecen
el intercambio de conocimiento, la transferencia de tecnología, el mejoramiento
de la productividad, la difusión de la investigación, la concentración de
talento humano de excelencia, la
presencia de proveedores y clientes, la reputación regional, el marketing del
territorio, la globalización de la economía y el desarrollo de redes de
negocios (networking) y esfuerzos
colaborativos (partnerships).
Armando Rodríguez Jaramillo
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