Reflexiones sobre la noción de cluster
Los clusters, realidades
económicas que le apuntan al fortalecimiento
de la competitividad de las empresas para ayudar a mejorar su estrategia,
poco a poco han sustituido los enfoques sectoriales de la economía que evidencian
limitaciones al momento de aplicar estrategias competitivas porque abarcan
numerosas empresas que compiten en múltiples negocios con retos diferentes.
Michael Porte definió[1] a los clusters como “concentraciones geográficas de empresas,
proveedores especializados, proveedores de servicios, compañías en industrias
relacionadas e instituciones de apoyo (universidades, centros de desarrollo
tecnológico, centros de investigación, agencias regulatorias, gremios, etc.) que se desempeñan en las mismas actividades
o en actividades estrechamente relacionadas”, lo que sugiere que son
unidades económicas que tienden a la especialización mediante actividades
comunes y complementarias que generan valor. De ahí que se perciban como
conjuntos de empresas, instituciones
y agentes relacionados entre sí, que se localizan en un entorno cercano y se
caracterizan por: competir y cooperar al tiempo, contribuir a un mayor
conocimiento y articulación de la cadena de valor, facilitar el acceso a
talento especializado, permitir que las prácticas se difundan entre sus
integrantes, ayudar a alinear instituciones de formación e investigación
especializadas en transmitir conocimiento técnico y empresarial, y proporcionar
la diversificación de los riesgos derivados de la cadena de suministro al
contar con una amplia base de proveedores.
Sin embargo, es conveniente reflexionar si en realidad
estas concentraciones de empresas gravitan alrededor de un ámbito geográfico en
particular, de una cadena de valor o de ambos. En la práctica, pocas veces se
da que en una región coincidan todos los eslabones de una cadena de valor de un
clúster, siendo usual encontrar en un
territorio empresas que se especializan en ciertos eslabones (por ejemplo,
transformación) con proveedores en otros lugares articulados a través de
prestadores de servicios logísticos (cadena de suministro) o actividades de
apoyo. Así que la noción de cluster
parece acomodarse mejor a aglomeraciones de empresas referidas a cadenas de
valor, que no a ubicación, tesis que se sintoniza cada vez más con la realidad
tecnológica que caracteriza a la cuarta revolución industrial basada en el
internet de las cosas, la inteligencia artificial, la computación en la nube,
el big data y la impresión 3D, innovaciones que facilitan la interacción de
empresas sin importar su sitio de operación.
De forma que, tomando
como punto de partida la definición de Porter y considerando los planteamientos
esbozados en el párrafo anterior, me aventuro a plantear, a manera de reflexión,
la inclusión, en el enunciado, de términos como cadena de valor y desafíos a
enfrentar, así: “Los clusters son concentraciones de empresas, proveedores
especializados, proveedores de servicios, compañías en industrias relacionadas
e instituciones de apoyo articuladas alrededor de una cadena de valor
independiente de su localización geográfica, que se desempeñan en las
mismas actividades o en actividades estrechamente relacionadas y que tienen desafíos
similares.”
Aunque las definiciones sirven
para precisar conceptos y ordenar ideas, lo esencial es que los clusters han mostrado ser eficientes al
impulsar acciones alineadas a la estrategia competitiva de las empresas,
innovar en sus modelos de negocios y facilitar la articulación local a las
cadenas globales de valor, al comportarse como plataformas de proyectos para
promover iniciativas alineadas a la visión estratégica de futuro, al concentrar
y facilitar el intercambio de conocimiento y experiencias relacionadas con
mercados, negocios, tendencias y tecnologías clave (incluyendo casos de éxitos
y fracasos), al fomentar la construcción de relaciones de confianza y
consolidar la cooperación para facilitar que las empresas hagan lo que por sí
solas no pueden realizar y al estimular la formación de redes de negocios
(networking) entre proveedores y clientes.
Armando Rodríguez Jaramillo
Director NaoClúster - armando@naocluster.com
[1]
Porter, Michael (1998). Competitive Advantage of Nations
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