La frase: “No es el más fuerte
que sobrevive; tampoco el más inteligente. Sobrevive aquel que se adapta mejor
al cambio”, del naturalista inglés Charles Robert Darwin (1809 – 1882)
reconocido por ser el científico más influyente de los que plantearon la idea
de la evolución biológica, es una expresión apropiada para hacer referencia a
la capacidad de adaptación que deben
tener las empresas en un mundo sometido a innovaciones que sofistican las
formas de producir y las preferencias del consumidor.
Se infiere, entonces, que no es garantía de sobrevivencia ser grande
en el mercado (Kodak, Blockbuster y Pan Americam.) ni tener conocimientos
acumulados, patentes y talento humano de excelencia, si las empresas no tienen
apertura mental y capacidad de acomodo a variaciones del entorno. En tiempos de
la cuarta revolución industrial, las dinámicas impulsadas por adelantos como la
inteligencia artificial y el internet de las cosas, hacen que las
organizaciones se muevan en ambientes inciertos que las obliga a tener la
agilidad estratégica necesaria para entender
los desafíos y adaptar sus modelos de negocios.
Las ventajas competitivas de las empresas, cualquiera sea el sector y negocio
en el que participen, pueden no serlo en pocos años (o incluso en meses) a
consecuencia paradigmas nuevos como, por ejemplo, la economía colaborativa con Uber
y Airbnb en transporte y alojamiento respectivamente. Es por esto que aquellas organizaciones
que se la juegan por dejar la rigidez tradicional
y adoptan esquemas flexibles que permitan detectar e interiorizar a tiempo nuevas
realidades sin confiarse demasiado en sus fortalezas presentes, tienen mayores
probabilidades de subsistir y crecer mediante la construcción de otras ventajas
competitivas. La clave está en cambiar
antes que sea necesario hacerlo, una cosa son los costos y beneficios de
anticipar y otra los de responder a la crisis.
Esta capacidad de cambio estratégico, si bien puede ser desarrollada e
incorporada al ADN de cada empresa de forma individual aportando capacidades para
evolucionar y responder a desafíos como los de las tecnologías disruptivas, nuevos
espacios de mercado, competidores audaces, mayores estándares de productividad,
eficiencias logísticas y nuevas normativas; es evidente que la experiencia muestra
que aquellas empresas que participan en
iniciativas clúster tienen a su alcance instrumentos más poderosos para
anticiparse a las tendencias de los negocios, identificar oportunidades y
adoptar estrategias adecuadas.
De ahí que una iniciativa clúster, por ser una concentración de firmas
alineadas en negocios específicos con desafíos similares, que cuenta con apoyo
de gobiernos, universidades, centros de I+D+i y gremios, constituye una masa
crítica con la oportunidad de intercambiar conocimientos al interior y exterior
del clúster facilitando el flujo de ideas, la solución de problemas, la
transferencia de tecnología y la práctica asuntos como el de la innovación
abierta, lo que la convierte en un instrumento
apropiado para identificar las necesidades de cambio y detectar e implementar
modelos de negocios atractivos y rentables.
Como las pymes, por su naturaleza, tienen muchas limitaciones y
dedican gran parte de sus recursos y esfuerzos en el día a día, carecen de la
capacidad requerida para adelantar ejercicios de prospectiva seguidos de análisis
rigurosos en función de qué estrategia competitiva adoptar, proceso que si puede
asumir una iniciativa clúster por contar con una masa crítica que oriente la
estrategia en la dirección adecuada. Esta posición sobre la importancia de los clúster
para identificar y adoptar estrategias ganadoras, la expone claramente Joan
Martín Estévez (Clúster practitioner) en su libro “Clústers. Estrategia ganadora y trabajo en equipo” (Editorial Empresa
Activa, 2013): “Los
clústers no solo fijan la dirección a seguir sino que al mismo tiempo aportan
esperanza ya que muestran las estrategias ganadoras, posibilitan su
implantación mediante proyectos y aportan compañeros de viaje, en definitiva,
esta es su propuesta de valor”.
Armando Rodríguez Jaramillo
Director NaoClúster
armando@naocluster.com
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