Nunca
antes la humanidad había aquilatado de tal manera el papel del conocimiento y la innovación para mejorar
la vida de las personas y de paso crear círculos virtuosos que se
retroalimentan.
Esto plantea
un reto de grandes dimensiones para países como los latinoamericanos que concentraron
las opciones de generación de ingresos y crecimiento en la explotación de recursos
no renovables como los minero-energéticos (petróleo, carbón, oro, cobre, etc.),
bienes commodities en los que se compite con grandes volúmenes y bajos precios con el riesgo de contraer la llamada Enfermedad Holandesa que se manifiesta
cuando los precios internacionales crecen y se expone al país productor a efectos
negativo como el aumento del
ingreso de divisas por exportaciones con la muy factible revaluación de la
moneda local y contracción y pérdida de empleos en otros sectores productivos.
Limitar
las opciones de desarrollo a la explotación del subsuelo es como empeñar el futuro al hallazgo de tesoros donde
el esfuerzo está en su búsqueda y en establecer métodos de extracción a través
de un tercero (concesionario), que a su vez actúa, por lo general, como comprador
del producto, sistema que limita los réditos del país productor ante su escaza capacidad de negociación frente
a los dueños de la tecnología de extracción y el poder de compra en el mercado.
Algo similar
sucede cuando la estrategia de desarrollo económico se basa en la producción de
granos y cereales, sectores en los que también se compite con grandes volúmenes
y bajos costos con generalizada dependencia de insumos agrícolas y tecnología ofrecida
por compañías de los mismos países compradores, con lo que el poder de
negociación del productor, respecto a sus proveedores y compradores, se ve
claramente comprometido.
El capital intangible.
De
ahí que las mejores opciones para el desarrollo no están en el aprovechamiento
del capital tangible de los países, el cual podría expresarse como la suma del
capital natural y el producido, sino en el uso
del capital intangible que se fundamenta en conocimiento, capacidad
creativa, innovación y aprovechamiento de la tecnología en todas sus
manifestaciones para crear valor y actuar como motor del crecimiento.
Sin
importar las cifras actuales en producción y cálculo de capital natural y del
subsuelo, es un axioma que entre más se dependa
del capital intangible mayor riqueza y bienestar se tendrá, que es en lo
que se fundamenta la ventaja competitiva de los países que van a la vanguardia
en el desarrollo mundial.
Propiciar
el ambiente necesario para que crear y multiplicar el capital intangible o
capital intelectual es, en suma, el gran desafío latinoamericano, propósito que
demanda, como condición sine qua non,
generar una mejor educación y
apropiación de la ciencia, tecnología e innovación, y al tiempo retener, atraer y reproducir el talento
humano cuidando de incorporar gran parte de la población que está excluida
socialmente y subvalorada económicamente.
Si no
se avanza en esta dirección, seguiremos siendo testigos de cómo buena parte del
talento humano se transforma en talento
móvil que migra a países desarrollados en busca de oportunidades sin que hagamos
nada consistente por retenerlo y menos por atraerlo. Esto, en últimas, ha incidido
en que haya pocos magísteres y doctores en América Latina, hecho que se agrava al
ver que buena parte de este escaso talento sale de sus países de origen a servir
en economías como la de los Estados Unidos que si los atrae y retiene.
Armando
Rodríguez Jaramillo
Director de NaoClúster
Haz clic
en los botones de redes sociales y
comparte el artículo con tus amigos. Gracias.
|
0 Comentarios
Gracias por participar
Emoji