Fiebre de clúster
29 de septiembre de 2016
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Tomada de Pixabay |
En el país se viene
hablando con mayor énfasis de iniciativas clúster (IC) desde que el Ministerio
de Comercio, Industria y Turismo, INNpulsa Colombia y las cámaras de comercio
realizaron el Programa Rutas
Competitivas que formuló iniciativas de refuerzo a la competitividad en más
de veinte departamentos, en los que, algunas de ellas, empiezan a organizarse
como clústeres con cierta articulación en la cadena de valor y ejecución de acciones
estratégicas que fortalecen la competitividad de las empresas y mejoran el
entorno.
Este esfuerzo se ve complementado
con la estructuración del Sistema de
Seguimiento, Monitoreo y Evaluación a través de una alianza entre el
Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, INNpusa Colombia, el Consejo
Privado de Competitividad y la Red Clúster Colombia para que, soportado en una
metodología uniforme, se levante información estratégica del impacto de las IC
en la realidad empresarial de cada región, registrando logros y casos de éxito,
así como aspectos a fortalecer y corregir. Y mientras esto sucede, se anuncia
el primer Congreso Nacional de Clúster para el 23 de noviembre de 2016 y la
escogencia de Bogotá como sede vigésimo Congreso Mundial de Clúster entre el 7
y 9 de noviembre de 2017 (Conferencia Global de TCI Network).
Así que la consolidación
de clústeres como instrumento de desarrollo productivo de las últimas décadas en
países europeos y norteamericanos, y la experiencia por más de 10 años de
“Medellín ciudad clúster” con sus iniciativas en energía eléctrica, servicios
de medicina y odontología, sistema moda, construcción, turismo de negocios y
tecnología, información y comunicaciones, empieza a ser replicado en varios
departamentos con un entusiasmo contagioso.
Sinónimo de modernismo.
Pero hay que evitar que
las IC se vuelvan sinónimo de modernismo
para no socavar el potencial que tienen de sofisticar y diversificar el
aparato productivo colombiano, de contribuir al desarrollo económico de
las regiones y de superar las fallas de mercado que impiden mejorar la
competitividad y aumentar la productividad de las empresas. Es por esto que es
incomprensible que haya planes de desarrollo
territoriales con metas de crear clústeres como si esto se pudiera hacer por
decreto o a través de ordenanzas y acuerdos. Y como si fuera poco, se oyen
curiosas propuestas de hacer un clúster de clúster que aglutine a los existentes
en una región o de conformar el clúster social o ambiental o de la tercera
edad.
Como lo traté en Los Clústeres son realidades económicas,
estos existen como aglomeraciones de empresas que participan en un mismo
negocio sobre un territorio, por lo que no se crean por decisión de autoridad
alguna, aunque si son susceptibles de ser
organizados por voluntad política.
Más vale entonces que
nos ocupemos en crear capacidades institucionales, metodologías para el mapeo
de empresas, identificación de cadenas de valor con los negocios y mercados que
atienden, análisis estratégicos y segmentación de negocios, definición de áreas
de mejora y planes de acción, formulación de una cartera de proyectos con compromisos
y financiación, conformación de un equipo técnico con su respectivo management clúster
y un modelo de gobernanza que articule a entidades de apoyo (gobiernos, gremios
e instituciones de formación y oferentes de tecnología y conocimiento) y empresarios
para la toma de decisiones y la definición de criterios para pertenecer al clúster
con sus respectivos roles y responsabilidades.
Instrumento de cambio estratégico.
No basta con dar bautizo de clúster a cada grupo de
empresas que coinciden en un determinado negocio, sino que hay que darnos a la
tarea de organizar procesos no pocas veces complejos que requieren visiones de
mediano y largo plazo y voluntades políticas para realizarlos. Tengamos de
presente que esto se hace con talento humano, conocimiento y con mentes
abiertas y colaborativas, que los
clúster son instrumentos de cambio estratégico y que no hay recetas mágicas
ni modelos proforma que se puedan comprar y trasplantar a una región. De no
entenderlo así, sólo tendremos empresas que producen bienes y servicios interactuando
con proveedores y compradores sin ningún compromiso ni objetivo estratégico,
guiadas únicamente por la oferta y la demanda y la necesaria rentabilidad inmediata.
Hay mucho tramo por
recorrer y grandes retos que afrontar si queremos tener un modelo de desarrollo
productivo regional con base en iniciativas clúster, no olvidemos que sin empresas no hay clúster y que sin
estrategia no hay futuro.
Armando Rodríguez
Jaramillo
Director de NaoClúster - armando@naocluster.com
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