La
importancia de pertenecer a un clúster no tiene que ver con ser miembro de una
cofradía o integrar su órgano de gobierno, el verdadero beneficio para sus
actores se da cuando éstos entienden que los clústeres son organizaciones útiles
para competir hacia afuera y cooperar hacia adentro.
Pero
esta cooperación, que no es un asunto sencillo, requiere de la existencia de relaciones
de confianza entre empresarios e instituciones. Uno de los más relevantes réditos
de la cooperación es, sin lugar a dudas, el aprendizaje individual, colectivo o
corporativo, del que, en el artículo Clúster
y aprendizaje colectivo, hago la siguiente apreciación: “[…] la promoción de acciones públicas y
privadas orientadas a favorecer aprendizajes y crear capacidades en los
sistemas locales de producción, lo cual es comparable con el concepto de
inteligencia estratégica, contribuye
de manera positiva a apuntalar modelos de gobernanza más flexibles y
equilibrados que llevarían a la formación de círculos virtuosos y al diálogo de
saberes, con los beneficios, aun no suficientemente valorados en las
organizaciones clúster, que esto traería.”
Cuando de
aprendizaje se habla, es importante tener en cuenta que éste se puede dar de
forma individual o compartida. El primero
se asimila a un sistema cerrado en el que las organizaciones producen su propio
conocimiento para llevarlo al mercado transformado en productos, pero sin compartir
procesos, experiencias, ensayos y descubrimientos. El segundo es colaborativo,
abierto, y conduce a un aprendizaje
colectivo que permite el intercambio de información y experiencias en todas
direcciones, catapultando el conocimiento y marcando la pauta para los procesos
de innovación especializada que entregan ventajas competitivas a las empresas
del clúster. Este entregar y recibir conocimientos genera, a su vez, nuevos
conocimientos en ciclos cada vez más cortos y virtuosos.
Un mundo que
transita por los caminos de la cuarta revolución industrial y que tiene como
cabeza de playa el internet de las cosas, es un mundo estremecido por intensos
cambios tecnológicos en los que las
empresas buscan nuevas competencias y habilidades para mantenerse en el
mercado, proceso que se da de forma más expedita al interior de los clústeres por
sus relaciones de colaboración entre empresas e instituciones, con tendencia a acrecentar
la masa crítica de conocimientos colectivos.
Cuando las
empresas de un territorio producen bienes o servicios genéricos, sencillos de
elaborar y poco exigentes en conocimiento, las necesidades de colaboración y
aprendizaje colectivo son menores. Por el contrario, cuando los procesos
productivos son innovadores e intensivos en tecnología para satisfacer los
gustos de consumidores sofisticados, hay
mayor demanda de conocimiento complejo, lo que implica la necesaria cooperación
y participación entre actores del clúster. Esto explica la razón por la
cual los clústeres generalmente se dan con
empresas que participan en cadenas de valor intensivas en tecnología y
conocimiento y no con empresas que compiten con altos volúmenes y bajos
precios.
Lo expuesto
permite afirmar que los clústeres facilitan la identificación de desafíos y necesidades
en la cadena de valor y posibilita la solución de los problemas que afrontan las
empresas para mejorar sus procesos y adquirir las competencias y habilidades para
competir. Así mismo, un clúster representa el entorno apropiado para que
gobiernos, gremios y universidades ajusten y sincronicen sus ofertas de
servicios de apoyo a los empresarios, lo cual difícilmente se podría dar por
fuera de este tipo de organización.
Así las
cosas, para que el aprendizaje compartido se dé, es aconsejable fortalecer las
instituciones, en particular universidades y centros de investigación, con el
fin de facilitar que las empresas accedan a conocimiento relacionado con el área
de especialización del clúster (estrategia). Resumiendo, la eficacia del apoyo
a los clústeres está relacionada con la existencia de un entorno favorable para
la generación, asimilación y difusión del conocimiento con el fin de fortalecer
la competitividad de las empresas que lo integran.
Armando Rodríguez Jaramillo
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