Cluster y aprendizaje colectivo
Las relaciones al
interior de los clústeres con actores que interactúan y cooperan entre sí se
ven enfrentadas a cierta paradoja entre competitividad y cooperación, por
lo que es necesaria la adopción de mecanismos de gobernanza que impulsen procesos
de aprendizajes colectivos sobre los
que se apuntalen la necesaria cooperación.
Partiendo del concepto de gobernanza expresado por
el autor en Clúster con gobernanza incluyente (Naoclúster - 6-06-2016), que la describe como una “organización entre
empresas e instituciones que hace posible la distribución del poder para adoptar
decisiones clave con participación de empresas en la identificación de
objetivos, estrategias y políticas”, y teniendo en cuenta que la
acumulación de conocimiento y el uso del mismo son esenciales para construir ventajas
competitivas, es evidente la conexión entre gobernanza y aprendizaje
colectivo, aprendizaje que puede llegar a cambiar las relaciones de poder y por
consiguiente la gobernanza misma. No obstante, cuando el poder se concentra en
pocos, puede llegar a condicionar el aprendizaje colectivo limitando las
posibilidades de desarrollo local.
De ahí que la promoción de acciones públicas y
privadas orientadas a favorecer aprendizajes y crear capacidades en los
sistemas locales de producción, lo cual es comparable con el concepto de inteligencia
estratégica, contribuye de manera
positiva a apuntalar modelos de gobernanza más flexibles y equilibrados que llevarían
a la formación de círculos virtuosos y al diálogo de saberes, con los
beneficios, aun no suficientemente valorados en las organizaciones clúster, que
esto traería.
Pero para que exista y se consolide en un clúster
la capacidad de producir y asimilar conocimientos, se debe abordar la mencionada
paradoja entre competitividad y cooperación, para lo cual es deseable crear relaciones de confianza entre las
empresas con el fin de lograr su participación y afianzar el sentido de
pertenencia. Esto sugiere que al interior de una aglomeración es fundamental
que las empresas, en especial las pymes, sientan que hacen parte de ella y
dejen de lado las prevenciones para empezar a compartir e incorporar
conocimientos a sus sistemas productivos, he aquí el real sentido de la
cooperación como instrumento de competencia hacia afuera del clúster, no hacia
adentro.
En los modelos de gobernanza incluyentes, la toma
de decisiones estratégicas que tengan que ver con el aprendizaje colectivo se
hace con la participación de empresarios en la identificación de objetivos y
medios para hacerlo. Tomar decisiones independientes y centralizadas erosiona el sentido de pertenencia de
las empresas comprometiendo la capacidad de acción colectiva y por ende la
sostenibilidad del clúster.
Por consiguiente, un modelo de gobernanza incluyente
y flexible que entienda el valor del aprendizaje colectivo en la cadena de
valor y le confiera su papel protagónico, tanto por parte de los responsables
de políticas públicas como por las empresas, es una poderosa herramienta capaz de mejorar la competitividad y un
medio para asimilar la innovación haciendo que las empresas se concienticen de
las ventajas que tienen de pertenecer al clúster.
Armando Rodríguez Jaramillo
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