“¿Cuál es la diferencia entre dos ciudades
de primer orden como Sídney y Nueva Orleans? La primera tiene un auditorio
que acoge actuaciones memorables, mientras que la segunda es prácticamente
sinónimo de gran música. En otras palabras, Sídney acoge
maravillosas «experiencias
culturales», mientras que Nueva Orleans las cultiva.
Como Nueva Orleans mantiene una
mentalidad artística —y tantos de sus vecinos y visitantes se identifican con
este propósito creativo—, músicos de lugares remotos acuden allí, ansiosos
por tocar, experimentar y desafiar el statu quo.”
Pascal Sobol. Innovación: tras la palabra
de moda. Perspectivas para el siglo XXI. BBVA.
2010, pag. 241.
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Sídney y
Nueva Orleans son conocidas por sus manifestaciones culturales.
Sídney, tras haber sido la primera colonia británica en Australia fundada en
1788, es la ciudad más grande de ese país, capital de Nueva Gales del Sur,
reconocida por su dinamismo urbano y modernidad, en especial porque alberga una amplia variedad de instituciones
culturales con la icónica Ópera de Sídney y su majestuoso edificio, hogar
de la Ópera de Australia y de la Sinfónica de Sídney.
Por
su parte Nueva Orleans, fundada en 1717 por colonos franceses en la planicie
del delta del río Misisipi, se convirtió en la ciudad más importante del estado
de Lusiana en los Estados Unidos. Esta población, que recibió gran cantidad de
esclavos africanos, fue posesión francesa y española antes de ser comprada por
los Estados Unidos, lo que la hizo una
urbe multicultural reconocida por sus festivales, su música y su cocina. Tal
vez su principal manifestación musical es el jazz que muestra influencia
antillana, afroamericana, francesa y norteamericana, habiendo sido cuna de
músicos como Louis Armstrong, Wynton Marsalis y Harry Connick, Jr, el vocalista
Heavy Metal Phil Anselmo y el rapero Lil Wayne.
Así que el
párrafo de Pascal Sobol sirve para hacer un par de analogías. La primera, es entre
Sídney y aquellas empresas que contratan personal altamente cualificado en
investigación y desarrollo para que se encarguen de los productos y servicios
con los que una determinada organización innova para competir exitosamente en el
mercado. En este modelo de hacer innovación, que funciona por demás, por lo
general las empresas dependen de la contratación de personal externo así como Sídney
depende de los artistas y las expresiones culturales que contrate para
presentar en su auditorio actuaciones memorables.
La
segunda, es entre Nueva Orleans y las compañías que han optado por otro modelo
que permite que la creatividad, que se vuelve innovación, se transforme en su cultura corporativa para ser parte del ADN de la
empresa. Este es el tipo de organización que anima e impulsa a sus
empleados a que adopten enfoques que los lleve a pensar en soluciones creativas,
de forma similar a como lo hacen los músicos ansiosos de palpar el ambiente
creativo que lleva en sus calles Nueva Orleans.
Estas
analogías sirven para diferenciar dos clases de empresas que utilizan sendas
diferentes para ir tras el objetivo de ser innovadoras: las que centran su
atención en lograrlo sin importar que para ello deban contratar personal experto
que guíe y oriente sus iniciativas innovadoras, y las que se esfuerzan por
hacer que la innovación sea una prioridad de la organización que permee a todos
sus empleados.
Esto en
buena forma determina si la innovación se vuelve una ventaja competitiva que depende
de capacidades externas, o si se convierte en una opción de renovación continúa de nuevos productos y servicios sustentados
en capacidades internas.
Armando
Rodríguez Jaramillo
Director NaoClúster - armando@naocluster.com
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